Cuentillo Margot


Margot respira profundo y, abriendo mucho los ojos, extasiada, oye atentamente la explicación del catecismo vaticano.

Es inquieta pero, en casos como este en los que escucha cosas que le interesan, puede permanecer quieta mucho tiempo respirando apenas, respirando suavemente para, de pronto, respirar profundo, satisfecha, cruzar los dedos emocionada y seguir escuchando.

Ahora está atenta a las ventajas que reporta portarse bien. Atiende sin parpadear las pasiones de los santos, la existencia agreste de Adán y Eva, las defecciones apostólicas cuando de pronto pronuncia la pregunta que tiene guardada desde hace largo rato:
- ¿Y qué pasa con los niños cuando se mueren?

- Se van al cielo, hija.

- ¿ Y qué hacen ahí?

- Se convierten en ángeles.

- ¿Y cuando yo muera seré un ángel?

- Claro, Margot, serás un ángel porque eres una niña buena.

- ¿Y mi hermanita?

- Tu hermana Ágata también, Margot.

- ¿Por qué?

- Porque se porta bien igual que tú.

- Pero mamá dice que se porta mal...

- Bueno ... quizá ... algo que ...

- ... es que mi mamá le dice que no tire la comida en la mesa y ella no hace caso.

- Bueno ... ¿Ágata tira siempre la comida en la mesa?

- Siempre, señorita Laura; y el agua, y no avisa cuando quiere hacer popó.

- Mira: lo que pasa es que Ágata está muy chica...

- Pero si ya tiene tres años...

- Quiero decir que poco a poco irá aprendiendo a...

- Señorita Laura: pero si se muere cuando...

- Escúchame Margot: -dice aburrida la señorita Laura-, el día en que tu hermanita se porte bien se va a ir al cielo, ¿de acuerdo?.

- De acuerdo, señorita Laura.
Después Margot estuvo todavía más preocupada por el futuro de su hermana. Siempre la había querido mucho pero se enfurecía cuando tiraba la sopa sobre la mesa, cuando volcaba la leche en el mantel y cuando se manchaba de mermelada desde la punta de la nariz a los tobillos. El martes siguiente le expuso las ventajas de ser buena:

- Si te portas bien irás al cielo. Me lo ha dicho la señorita Laura: las niñas buenas no deben tirar su sopa, ni meter la mano en el agua de limón, ni debe revolver la comida y deben avisar cuando quieren hacer popó. Yo no quiero que por eso te vaya a comer el diablo ¿me entiendes?. Desde hoy te voy a ayudar a ser una niña buena como yo.

Margot no estaba segura de que su hermanita hubiese comprendido. La iba a encaminar por el sendero bueno y si después Ágata se apartaba de él, se iba a sentir sin culpa.

Al mediodía, en el comedor, ocuparon los puestos de costumbre. Margot estaba bañada y peinada como siempre y había bañado y peinado a su hermanita. Comieron lentamente y, a cada minuto transcurrido Margot se iba sorprendiendo del cambio que observaba en Ágata: nada de sopa tirada, ninguna mezcla de guisos, el mantel personal limpio.

Sus padres habían invitado a la señorita Laura y observaban sorprendidos a Ágata. Le agradecían la paciencia que había tenido. Le daban las gracias por sus analogías y explicaciones.

Al terminar de comer, impecables como al principio, Margot le preguntó a la señorita Laura:

- ¿Verdad que ahora es buena?

- Claro- le respondió.

Convencida, Margot tomó a su hermanita de la mano como para jugar después de la comida y la llevó a al cocina. Tomó el cuchillo y sin que nadie la viera la condujo hasta el patio. Ágata se dejaba llevar quizá un poco seria, pero cuando Margot levantó el cuchillo contra el sol presintió que no iban a jugar después del almuerzo. Sólo atinó a dibujar una vaga sonrisa como queriendo simpatizarle mientras Margot la atacaba descargando el brazo en un violento movimiento circular.

Se oyó de pronto el grito hasta el comedor. Los padres y Laura corrieron espantados después de un instante de duda en el que les pareció escuchar una mezcla de balido y carcajada. Vieron al fondo del patio que Margot, sangrienta, atacaba de nuevo y levantaba la vista para explicar:

- Mamá: yo quiero que sea un ángel -dijo preocupada.

Giró un poco la cabeza y encaró a Laura:

- Señorita, tenía que morir hoy que se portó bien si es que quería ganar el cielo. Porque quizá después hubiese seguido tirando la sopa en el mantel...

Añadió convencida:

- ...uno nunca sabe.

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Guauuuu me tenias tan metida leyendo esto que que barbaro no me imagine que terminaria asi... tiene eso que te hace que no pares de leer hasta que terminas por completo.....

Cuidate Ale
Anónimo ha dicho que…
aaaaaaaaaaaah.....
me hizo lllorarr...snif.......

deberias ser escritor en vez de ingeniero....bueno .......de hecho puedes tener varias carreras profesionales...................

creo que esta muy bien hecho...

felicidades...por eso eres el ing.gauna
malditaprimavera ha dicho que…
Me gusto mucho, muy buena historia, como que hay que tener cuidado en que les decimos a los niños...como siempre lo que escribes es muy bueno y me gusto el nuevo look del blog!

Saludos
Lupita Torres
Pato
:*
Anónimo ha dicho que…
ah! te mamste k' buenisimo...
por cierto... ponte a jalar XD
se cuida inge gauna
Saludos!
Unknown ha dicho que…
Hola Jorgito!

Buene reflexión..me encantó eso de que uno nunca sabe! =D

Saludos y estamos pendientes heee

Dolores
Anónimo ha dicho que…
muy bueno compare esta chido. bueno pues echale ganas compare chao!!!!

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