La espada de oro



En una tierra olvidada por la industria y la anarquía, se decía que vivía un viejo alquimista que se recuperaba día a día de sus heridas en la piel.
Su enfermedad, (enfurecida con su edad) no le permitía volver a sus actividades de antaño. Encerrado en su choza; aquella vida -decían algunos- era una vida de tortura y castigo.
La poca gente del pueblo que le conocía, comentaba entre murmullos que áquel viejo estaba "hechizado" por una brujería negra y antigua, se decía que pronto moriría.

Un buen día un joven herrero se acercó a la puerta de la casa de aquel viejo alquimista. Al hacer sonar la campana y esperar un largo tiempo sin respuesta, decidió penetrar en aquella vieja choza hecha de maderos y un poco de adobe.
El alquimista yacía recostado en su camastro, débil y sin entusiasmo por la Vida. el joven se acercó a él y le habló con voz fuerte:

-Alquimista!, he venido aquí a ofercerte una muerte digna-
De forma inmediata el joven captó la atención del viejo, viendo dicha respuesta, continuó diciendo:
-A lo largo de mi vida me he dedicado a la Herrería, usted no me conoce, pero yo a usted sí. Traigo en mis manos una espada de Oro, que yo mismo forjé; está hecha de la mejor calidad de oro que se puede encontrar en las minas lejanas del Pueblo. He venido con la firme intención de prestártela, para que con ella, termines con la vida miserable que llevas-.

El alquimista no le quitó la vista de encima al joven, con una mirada triste y después de unos segundos sin decir palabra alguna, dijo:

-Hijo,
Vienes a mi casa sin que yo te lo hubiese pedido.
A "ofrecerme" algo que no necesito.
Y con el único fin de de beneficiarte a ti mismo.

Anticipandose a una respuesta del Joven, el viejo continuó diciendo:

- Tú dices que me conoces, pero conoces apenas lo que el pueblo dice, sabes lo poco de mi que la gente murmura en las calles, así que en definitiva no sabes nada de mi, y ese a sido tu error-.

Al terminar de decir esto, el Alquimista le arrebató la espada a su dueño, y con ella degolló de manera inmediata al joven. Posteriormente huyó del Pueblo sin dejar rastro, llevando con él áquel oro que de forma irónica llegó a sus manos.

Jorge Gauna
- Simples Palabras -
Twitter: @GaunArte

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