... Y entonces el Universo
Caía la tarde en la vieja cabaña del abuelo, aquel fin de semana con sus nietos era un respiro a su agitada vida llena de trabajo y "estabilidad económica". Al ver el atardecer y los rostros de Tomás, Irene y Gonzalo llenos de esperanza, bajó al desván, tomó su guitarra vieja y un poco rota, las cuerdas que "trasteaban" en cada tono se adueñaban a ella y gritaban música.
Y después de un par de canciones se permitió regalarles algunas frases:
- Sueñen, no dejen de soñar, no permitan que alguien llegue a su vida si no es para hacerla mejor.
- La felicidad nace en ustedes y muere en ustedes mismos, si, seguramente habrá tiempos de infelicidad, es la forma en la que Dios nos da la Oportunidad de Crecer, aprender a ser Mejores.
- Amen, así, sin tilde. Amen con todo su corazón, con todas sus fuerzas, amen hasta sentir que pueden compartir ese amor y háganlo, sin miedo, sin obligación y con ganas de perderlo. Amense así, primero ustedes.
- Decidan, la vida es sencilla para quién sabe lo que quiere, lo busca y lo consigue. Tomen en cuenta que la juventud termina, los amigos se olvidan, y el dinero se devalúa.
- Sonrían, no hay mejor carta de presentación que una sonrisa honesta y libre.
- Enfrenten sus miedos con coraje y convicción. Ningún mar tranquilo, hizo experto a un marinero.
- Sean honestos, transparentes y hablen con la verdad. Las personas mas inteligentes que conozco era quienes mas locuras hacían en su juventud; los limites no son físicos, son mentales.
Al mencionar esta última frase, Irene y Gonzalo estaban ya dormidos, pero Tomás con la cara indecisa y los párpados a punto de cerrarse, preguntó:
- Abuelo, ¿y entonces el Universo sueña?...
- Abuelo, ¿y entonces el Universo sueña?...
Simples Palabras
Jorge Gauna
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