El tiempo igual al espacio-cielo.

Y ella esperaba ahí, sentada. Algunos dicen que esperar es perder el tiempo, pero Ayra sabía que esta vez no sería así. La luna como siempre, cuidando su cabello... ¿rizos?, ¿porque no?, el viento golpeaba con fuerza las montañas, aquellas figuras enormes con forma de gigantes que esconden el sol al amanecer; pero no, no había nadie más allí. Se escuchó un fuerte rugido proveniente del norte, el cabello de Ayra flotaba con energía, parecía que cobraba vida jadeante en las manos de un fiel admirador... entonces pasó, se detuvo el tiempo. Ayra miró el cielo, miró estrellas, muchas de ellas brillaban con intensidad, pero... posiblemente muchas de ellas hoy ya no existen, ¡que curiosa es la relatividad! -pensó Ayra. - ¿Que haces?- preguntó él viento. - Espero - dijo Ayra. - ¿Que no ves que tu espera es en vano? - susurró el viento. - Espero porque quiero, y puedo. Espero porque a veces esperar es la única esperanza. Espero porque confío, porque creo, espero, porque hoy, ...