Insomnio
“Existen guerras en
cada uno de nuestros mundos que, resulta imposible contar las veces que hemos
ganado”.
Aquella noche se miraba al espejo
con suprema ironía, había logrado espantar sus sueños y con aquella dulzura del
insomnio se reía de sí misma. No contaba las veces que moría de tristeza porque
yacían ocultas entre todo lo demás que suponía ser más importante. Y esa noche lo fue.
Lavó su cara con agua tibia y
decidió poner fin a aquella intensa guerra, la única forma: hacer una tregua.
Decidió re acomodar sus días y
sus horas, encontró que las mismas historias que contaba cuando era pequeña al
lado de su hermana las podía recordar aún en su ausencia. Buscó y siguió
buscando en el baúl de recuerdos y encontró la noche en la que salió de su casa
queriendo “ser libre” para luego volver con la mirada hecha trizas… y ahí la
esperaba su madre.
También recordó las noches de
amor que vivió al lado de la luna, que en su imperfección dotaba siempre de
alegres sombras nocturnas que envolvían a los cuerpos en siluetas de locura.
No esperó a la vida, la vida la
esperaba a ella; en su juventud llena de éxtasis y alegrías que disfrutaba aún
con penas en el alma.
Del fondo del baúl siguió sacando viejos
recuerdos que pintaba con colores su aura antes de dormir.
A la mañana siguiente despertó de
un salto con la mirada llena de algo que no sentía desde hacía mucho tiempo.
Escondida detrás de aquella tierna mirada yacía desnuda y sin mucho brillo la
intensidad del sol y un nuevo día, un nuevo comienzo, una vida que, llena de
obstáculos y recuerdos incesantes seguía ahí, esperando firme el inicio de otra
guerra.
Comentarios
Bonita noche, bonita luna.