Un recuerdo ausente



Rosy se encontraba sentada muy cerca del televisor. En las noches como ésta ella decidía estar sola, le molestaba la presencia de personas que al estar ahí no entenderían nada acerca de la vida silvestre y los animales de pesca, definitivamente ese programa de televisión de las 6 pm era su favorito. 

Manuel se acercó sigilosamente al sofá, en su afán de "no hacer ruido" se llevó entre sus piernas un viejo cable telefónico que solía estar dentro de una canaleta que, tal vez fue instalada en la década de los 90's (aquella que se caracterizó por el boom telefónico), le hizo tropezar un poco, lo suficiente para intentar agarrarse de la pared y terminar tirando una lámpara con un sonoro alboroto.

- Pero ¡¿qué está pasando?! -
- Perdone usted Doña Rosy, lo que pasa es que me gustaría ver el programa de televisión junto a usted - 
- ¿Acaso está usted loco? ¿qué no le parece suficiente haber llegado haciendo semejante escándalo? ¡Si realmente es un caballero le pido se retire de aquí enseguida! -

Inmediatamente se acercaron 2 enfermeras quienes de la mano de Don Manuel, le fueron retirando poco a poco de la sala; Don Manuel se disculpó y con el rostro apenado y cabizbajo se dirigió lentamente a su recámara. 

___

A la mañana siguiente, el sol yacía anclado en la cima del asilo,  sus rayos se colaban con gran entusiasmo por los ventanales grandes y altos que formaban parte de la amplia fachada del edificio. 
No era mentira que convivir con tantas personas de la 3a edad era toda una aventura de valor, amor y algunas toneladas de paciencia.

Aquella casa de descanso se encontraba a las afueras de la ciudad y solía tener un estacionamiento lleno de personas que de forma recurrente llegaban a visitar a sus familiares, sin embargo con el paso de los años el estacionamiento mas bien hacía las veces de explanada dónde "coloquialmente" los viejitos solían salir a pasear. 

___   

Y Don Manuel no dejaba de insistir; al día siguiente en el desayuno se sentó frente a Doña Rosy quien con una mirada furtiva esquivó el saludo con la cabeza del Sr. Manuel. 
Después de unos minutos de comer con rapidez, ella se levantó de la mesa y se retiró caminando hacia el jardín. 

Don Manuel dejó su plato medio lleno en la mesa, y le siguió... muchos minutos mas tarde ambos se encontraban en la explanada del estacionamiento del asilo. En las mañanas era lindo salir a escuchar el canto de los pájaros que entendían a la perfección la silueta de un pequeño jardín artificial que incluía una gran fuente de agua. 

Ella esquivaba sus miradas, pero después de algunos intentos fallidos de Don Manuel, ella le miró. 

- ¿Hoy es un excelente día no lo cree usted Sra. Rosy? Pareciera que el invierno se ha ido -
- No se ha ido, creo que hoy simplemente se olvidó de nosotros, como muchos lo han hecho -
- No diga eso Sra. Rosy, nos tenemos a nosotros y mientras nosotros estamos unidos nunca estaremos solos -
- Va! ¡esas son idioteces! Hace mucho tiempo que nadie viene a visitarlo a usted, ¿o acaso cree que no me doy cuenta?  - 
- jejeje es bueno saber que usted está al pendiente de mi Sra. Rosy -
- Tampoco se haga el interesante, que aquí todos nos damos cuenta de todo -


En ese instante se escuchó que alguien gritaba con voz fuerte el nombre de la Sra. Rosy, por lo que al mirar hacía la entrada del edificio encontró a la recepcionista que le hacían señas de regreso al edificio... Don Manuel le seguía de cerca. 


___

Martha y Pepe llegaron corriendo al asilo. Les importaba mucho no llegar tarde al aeropuerto. 
Con un tono malhumorado pidieron a la recepcionista ver a sus padres, ella les pidió esperar.

Aquella sala de espera hacía las veces de una casa antigua, había un teléfono de disco y algunos retratos grandes que colgaban de una pared con tapiz color carmesí. Martha y Pepe miraban fijamente sus celulares sin decir palabra alguna, hasta que los interrumpió la presencia de la Sra. Rosy quien al desconocerlos y después de unos minutos le cedió el paso a Don Manuel... quien lentamente entró, firmó los papeles y les dijo a ambos: 
- Ella no los recuerda, pero está mejorando, pareciera que quien realmente tiene Alzheimer son sus hijos. Que Dios los bendiga. 


Jorge Gauna
Simples Palabras
Twitter & FanPage
  








Comentarios

Entradas populares de este blog

El amor según William Parrish

SILENCIO Y OSCURIDAD

Hueco de vida