El color del cielo


Y entonces preguntó, ¿de qué color es el cielo?
No pude evitar sonreír antes de mentirle... la noche era profunda y se veían lejanos destellos de rayos caer a lo lejos.

- El cielo es del color de mis ojos- mentí.

Su mirada fija y humilde, sus ojos redondos y grandes que buscaban siempre algo, me observaban; aquella habitación era pequeña pero con una pared blanca suficientemente ancha para dejarse partir en un ventanal alto erguido detrás de aquellas columnas que armaban las veces de la fachada de un viejo hospital.

-El cielo es del color de tu habitación- volví a mentir.

Sonrió y me buscó de nuevo pero ahora haciendo un ligero movimiento de su cabeza e inclinando su pecho hacia mi, quería escucharme mejor... seguí mintiendo.

- Ya verás que pronto estaremos juntos mirando el cielo junto al mar; no existe mejor lugar para observar la grandeza de ambos y sus colores preciosos-

Entonces se abrió la puerta de la habitación y salí de prisa. Yo no podía mirar a los ojos al doctor quien tuvo que repetir en diversas ocasiones algunas frases por mi evidente sentido de distracción. Al fin terminó de hablar y se retiró caminando despacio sobre el pasillo central.

Entré de nuevo a la habitación con ella. Su mirada reflejaba tanta curiosidad que fingí tener buenas noticias. ¿Quién soy yo para explicar semejante diagnóstico? Tendría que escuchar al menos 2 o 3 opiniones más ¡mínimo!... respiré profundo.

Me senté con ella y continué mintiendo...

Simples Palabras
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